domingo, 10 de abril de 2011

Reflexión sobre caso real de alumna de 3º ESO. "Elena"

El otro día en la clase práctica en la cual hablamos de ideologías, Pere hizo referencia poniendo en un ejemplo sobre a ideología que se basaba en la preocupación por la seguridad.
Al oír esta ideología, me recordó mucho a un caso de una alumna que tengo en el centro de prácticas donde estoy realizando la asignatura de Practicum en docencia de 5º curso de la carrera.

Esta alumna, vista desde la perspectiva del profesor, es una alumna “normal”, con una vida externa al centro escolar completamente normal de su edad, con bastante carácter y con una buena relación con sus compañeros, aunque con un rendimiento académico bastante bajo.
El problema surge, cuando te enteras de su situación exterior al instituto.
Es una niña de 15 años, casi 16, la cual vive con su abuela y su madre y las cuales están obsesionadas con su independencia y no dejan que vaya por la calle sola, que salga con sus amigas, le acompañan hasta la misma puerta del instituto todos los días, están cinco minutos antes de que suene el timbre en la puerta por donde ha de salir… poseen una ideología que se basa en la preocupación por la seguridad de su hija.
Desde el centro se le ha insinuado más de una vez que no es conveniente que se comporten así con ella, pero no cambian de opinión y siguen actuando de la misma manera.

Me hizo reflexionar el tener este caso.
Desde mi punto de vista, los padres y madres de los adolescentes deben estar preparados para lo que conlleva la adolescencia en sus hijos, el paso de la edad infantil a la edad adulta (como se dice muchas veces). Para ello, creo que deben estar informados bien de esta etapa y de cómo tratarlos, ya que muchas veces puede servir de mucha ayuda el saber cómo comportarse frente a determinadas actitudes de los adolescentes, por los cuales la mayoría pasan.
También creo, que a esta edad, los profesores del centro escolar al que acuden, pasan la mayoría de ellos muchas más horas que sus padres con ellos, y hay incluso algunas veces que los profesores conocen más a los alumnos que los propios padres. Por tanto, creo que el profesional docente de estos centros, son personas, en las que las familias de adolecentes con problemas deberían confiar, ya que pueden ayudar mucho a la evolución adecuada de sus hijos. Son personas que trabajan con adolescentes día a día, conocen sus comportamientos habituales, sus sentimientos, sus reacciones ante determinados actos… son personas cualificadas totalmente para conocer cómo es un alumno, y como se comporta, y saber tratar con él adecuadamente.
Entonces… ¿Por qué no hacer caso de estos profesionales a la hora de educar los padres a sus hijos fuera de la escuela?

Además, es muy fácil de encontrar guías o consejos sobre cómo tratar a los adolescentes en tal etapa.
Adjunto un fragmento de una guía para padres y madres de adolescentes, en la cual nos comentan aspectos sobre la autonomía, independencia, libertad, lo que hace más referencia al caso que he observado. En concreto hay un punto que trata sobre cómo deben los padres guiar sin controlar a los adolescentes. Apoyando la idea de que los adolescentes deben explorar su camino hacia la construcción de su identidad. Los padres deberán ser guías de ello y deberá hacerlo teniendo en cuenta las características individuales del adolescente.




Información extraída de : http://www.asturias.es/Asturias/ARTICULOS/adolescentes-guia.pdf

Autonomía, independencia, libertad

Los adolescentes piden libertad. Sin embargo los padres deben sopesar entre el fomento de la confianza en si mismos para valerse autónomamente, y el conocimiento de que en el mundo hay peligros y amenazas para la salud y seguridad de sus hijos. Algunos padres dan demasiada libertad antes de tiempo, mientras que otros niegan cualquier oportunidad de madurar, aprender a decidir y aceptar las consecuencias.
Las investigaciones indican que los adolescentes se desarrollan mejor cuando mantienen fuertes vínculos familiares al tiempo que se les permite tener opiniones propias e incluso estar en desacuerdo con sus padres. Algunos consejos útiles para manejar el asunto de la libertad y la autonomía son los siguientes:



Fije límites. Los adolescentes se resisten a los límites impuestos, pero los necesitan e incluso los desean. En un mundo cada vez más complicado los límites dan seguridad y sentimientos de estar atendidos. Es más fácil empezar a poner límites durante la infancia, pero no es imposible empezar cuando son adolescentes.
- Hable claro. La mayoría de adolescentes responden mejor a instrucciones concretas: “En casa antes de las 9’30h” es mucho más fácil de entender y cumplir que “vuelve temprano”.
- Opciones razonables. Cuando se da más de una opción se facilita que acepten la norma. “Antes de irse a la cama hay que acabar los deberes, antes o después de cenar, ¿qué prefieres?”.


Libertad por etapas. Según maduran y se hacen más responsables hay que concederles mayores privilegios. Corrigiendo los errores, aprendiendo de las consecuencias, dándoles un cierto margen a la equivocación, y transmitiéndoles claramente nuestras opiniones facilitamos el camino hacia la independencia que supone llegar a la edad adulta. Sin prisa pero sin pausa.



Salud y seguridad primero. Los adolescentes suelen sentir que son invulnerables, que son especiales y que lo que les ha ocurrido a otros no puede ocurrirles a ellos. Es necesario transmitirles que el amor que se les tiene exige prohibir ciertas actividades o comportamientos que ponen en serio peligro su salud, su seguridad o su bienestar futuro. La adolescencia es un periodo en que las enfermedades graves son poco habituales y las patologías mortales muy raras. A pesar de su estado de salud la violencia y los accidentes son causa de muerte y lesiones habituales en adolescentes. Otros comportamientos como el abandono escolar, el consumo de drogas, o las prácticas sexuales de riesgo pueden comprometer su bienestar futuro.


Rechace limitaciones para el futuro. Aunque quizás no nos guste su forma de vestir a los catorce años, la moda no suele ser algo que limite su futuro. Aunque se preocupen por el futuro la falta de experiencia les puede impedir comprender en profundidad que algunas decisiones de hoy puede afectarles seriamente a medio o largo plazo. Hágale saber que usted es “el guardián de las opciones” y que decidirá usted hasta que sea suficientemente maduro y responsable sobre cuestiones de profundidad. Recuerde que no merece la pena luchar por todo y que a los catorce años quiera teñirse el pelo de un color llamativo no tiene casi ninguna importancia frente a la pretensión de abandonar los estudios, por poner un ejemplo.





Guiar sin controlar. Los adolescentes necesitan explorar en su camino hacia la construcción de su identidad, con lo cual cometerán errores y deberán aprender a aceptar los resultados. Ello no significa que los padres deban renunciar a guiarlos para evitar que cometan demasiadas equivocaciones o errores irreparables. Una buena forma de guiar consiste en preguntar sobre posibles consecuencias de sus acciones y escuchar atentamente: “¿Qué podría ocurrir si...?”. Cada adolescente necesitará ser guiado de forma individual pues incluso entre hermanos adolescentes pueden entender cosas distintas ante la misma norma: “A las doce en casa” significa para uno que antes de las 12’00h hay que estar físicamente de la puerta para adentro, mientras que su hermano puede entender que llamando a las 11’55 para decir que llegará después de comer la pizza que han pedido y tras acompañar a dos amigas a su casa, habrá cumplido.



Permita ciertos errores. Para aprender a resolver problemas y tomar decisiones es necesario equivocarse alguna vez. Permita que cometan algún error siempre y cuando la salud y la seguridad no peligren, pues equivocarse enseña algo tan importante como es recuperarse tras un mal paso. Es difícil que un chico o chica aprenda a recuperarse y continuar si sus padres le resuelven todas las dificultades de la vida.





Las acciones tienen consecuencias. Si la norma es llegar antes de las 10h no debe ignorarse que llegó dos horas tarde. Usted perdería credibilidad si no le hace afrontar las consecuencias de tal retraso. No olvide que el castigo ha de ser proporcionado a la ofensa, y que el resto de la familia y usted mismo no tienen por qué sufrir las consecuencias del incumplimiento de uno de sus hijos.

A pesar de todo lo que se diga, la mayoría de adolescentes confían en sus padres más que en ninguna otra persona. Como padre o madre busque más allá de lo superficial que los comportamientos puedan sugerir y descubrir a la persona que su hijo o hija adolescente está a punto de llegar a ser. Es necesario que hable con su adolescente y le transmita que los riesgos para la salud, la seguridad y el bienestar no ocurren por casualidad sino porque se ha decidido ir en esa dirección. Las investigaciones revelan que la inmensa mayoría de los que practican un comportamiento de riesgo practican alguno más. Los padres deber ser directos y claros al hablar a sus hijos de las graves consecuencias de algunos comportamientos.

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