martes, 17 de mayo de 2011

Diálogos Mal de Escuela

DIÁLOGO 1:
Dos amigos de aproximadamente unos 30 años, con familias ya formadas y una vida adulta estable, hablan sobre su experiencia en el instituto cuando eran jóvenes, recordando anécdotas de cuando eran adolescentes y de lo que les influía la relación que poseían con los profesores, en concreto, con la profesora de Biología que tuvieron en 4º de la ESO.

-          Nunca olvidaré a María, la profesora de Biología, creo que fue por ella que he llegado hasta donde he llegado.
-          Siempre te he dicho que pienso que nunca fue buena profesora.
-          Y yo siempre te argumento lo mismo, conmigo siempre fue una profesora genial.
-          Contigo fue genial porque eras un pelota, te encantaba estudiar, y además te gustaba mucho su asignatura, la biología. Yo ya sabes que la odiaba, lo mío no eran las ciencias ya lo sabes y me costaba, aunque ella nunca lo entendió, ni nunca le interesó. Me suspendió siempre que pudo y hoy creo que si pudiese también lo haría, aunque me supiese todo el temario.
-          No Javi, tú no trabajabas lo que debías.
-          Raúl, seamos sinceros y no intentes defenderla, siempre estás igual. Contigo se llevaba muy bien y con Ana y Paula, que erais los tres que siempre atendíais, sacabais buenas notas y se interesaba por vosotros, os preguntaba en clase… vamos os tenía enchufe…
-          No digas eso que no es así, siempre preguntaba a todos…
-          No Javi, piensa en el resto de la clase… ¿a quién preguntaba además de a vosotros tres? ¿A quién les piropeaba? ¿A quienes nos motivaba para querer parecernos a vosotros? Para esa mujer, si no te encantaba la biología y eras una mosquita muerta en clase que te reías de sus bromas, no eras nadie. O eras una máquina o te odiaba.
-          Bueno... un poco de razón sí tienes... pero yo hablo de mi experiencia con ella… Fue una profesora que me motivaba, que se interesaba por mí, siempre me preguntaba por el resto de asignaturas y siempre decía que en la evaluación intentaría que los demás profesores me subieran la media… Me trataba como un alumno ejemplar.
-          Igual que al resto vamos…me acuerdo de cuando pasaba por el pasillo y ni te saludaba. No hacía más que desesperarse de lo “tontos” que éramos por no saber biología y del poco interés que teníamos… Hombre, pues cada día que entraba en clase y le veíamos llegar con esa cara de “otra vez me toca con estos pesados, los más “tontos” del instituto…” Y a la hora de dar clase se notaba que era una amargada. No le gustaba enseñar yo creo, estaba allí por estar y sólo le interesaban los “listillos” y chulearse de todo lo que sabía y adonde nunca íbamos a llegar ninguno.
-          Ya… un poco de razón tienes la verdad… pero bueno ella a mí me hizo darme cuenta de todo lo que me gustaba la biología, y gracias a ella creo que me entusiasmé por querer llegar a ser profesor de esta materia… Sus clases eran muy interesantes, yo aprendí mucho y siempre que pudo me ayudó. Me eligió para ir a un Congreso en nombre del Instituto.


-          Sí… interesantes serían para ti, porque te recuerdo que nadie entendía nada.  Nadie más que tú y dos más. Te recuerdo que hasta la tercera evaluación sólo aprobabais dos personas de los treinta que éramos. Eso no era normal tampoco.  Tú tenías la suerte de que te gustaba la asignatura y sabías bastante, pero si hubieses estado igual de perdido que el resto hubieses suspendido igual… y encima después de lo bien que nos trataba y de todo lo que nos quería vamos… Sólo tiene que preguntar a alguno de nuestra clase que recuerdo tiene de ella para darte cuenta.
-          Tienes razón, igual para ti no fue tan buena profesora, pero sabes que para mí sí.



En este diálogo podemos comprobar como para dos alumnos que tuvieron una misma profesora en la misma asignatura de Educación Secundaria Obligatoria y formando parte del mismo grupo clase, existen distintas opiniones sobre ella, y comentan entre ambos recordando su labor como profesora.

Nos damos cuenta de cómo esta profesora dejaba de lado a aquellos alumnos que más dificultades de aprendizaje poseían o que más dificultades de actitud y comportamiento tenían, utilizando de manera habitual comentarios de felicitación hacia los más “listos”, poniendo de manifiesto que los demás debían “copiar” su actitud. Los elogiaba continuamente comparándolos con el resto de los alumnos, haciéndoles sentir a esto inferiores.

Esta profesora mantenía muy buena relación con los alumnos más aventajados, pero también tenía una relación muy mala con los alumnos más “problemáticos”. Como podemos comprobar en el diálogo, esta mujer únicamente mostraba interés por un grupo muy poco numeroso y con unas características ejemplares (normalmente los alumnos adolescentes a estas edades no suelen poseer estos comportamientos y desde siempre se ha sabido). A los demás los menospreciaba y nunca tenía ni el más mínimo detalle para animarlos, motivarlos e intentar hacerles albergar interés por la asignatura y por sus clases.



Desde nuestro punto de vista debemos decir que creemos que todos los profesores poseemos mayor afinidad con algunos alumnos que con otros por el motivo que sea, pero debemos conservarlo en la intimidad y no mostrarlo en clase, ya que puede servir de desmotivación para parte del alumnado y lo pueden tomar como una manera de desprecio y hacer que nos “miren con malos ojos”.

También pensamos que en estos casos, la profesora debería haber  realizado una evaluación inicial del alumnado para conocer su nivel e ir reflexionando sobre su manera de impartir los contenidos y si se percataba de que no iba bien encaminada pensar en otras opciones e ir probando diferentes estrategias.

El problema probablemente de esta profesora es que no poseía motivación por su trabajo. A la hora de trabajar como profesores es muy importante tener ganas de trabajar, de aprender año tras año de nuestros errores e ir actuando día a día mejor con cada grupo, teniendo en cuentan siempre sus características. Desde siempre se ha sabido que trabajar con adolescentes no es un trabajo nada fácil, que requiere mucha paciencia, motivación, reflexión e innovación para que nuestro trabajo sea eficiente. Por tanto, consejo para aquellos que no estén seguro de su futuro trabajo o vocación, que tengan en cuenta que la concepción de “quiero ser profesor que se tienen dos meses de vacaciones en verano y se vive como un rey”, no tiene nada que ver con la realidad.
Como comenta el autor en el libro, la figura de la profesora de nuestro diálogo inventado no tiene que ver con la figura de los profesores que salvaron al autor y que adora en todo momento. Copiamos un pequeño fragmento del capítulo 11 de la parte 1, en donde podemos observar su agradecimiento hacia ellos “Los profesores que me salvaron no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más… Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida”

El comportamiento de esta profesora, probablemente en un grupo de alto rendimiento académico o de nivel universitario, sería una profesora ejemplar mediante la cual todos los alumnos aprenderían y se sentirían realizados por su trabajo, pero al no tratarse de esta situación, su actitud frente a sus alumnos provocó que acabaran muchos de ellos “odiando” su asignatura.

Los profesores como también comenta el autor en el capítulo cuarto de la parte II (DEVENIR), deben ser personas “despiertas”. “De hecho, siempre he alentado a mis amigos y a mis alumnos más despiertos a convertirse en profesores. Siempre he pensado que la escuela la hacen, en primer lugar los profesores. ¿Quién me salvó a mí de la escuela, sino tres o cuatro profesores?”


Como dice el autor en el libro, los alumnos problemáticos son a los cuales más debemos motivar, prestar atención e intentar que trabajen. Deben vernos interesados por ellos, por su evolución y progreso, aunque sea con unas buenas palabras de vez en cuando o alguna charla individual interesándonos por su estado, tanto a nivel académico como personal. Capítulo 10 Parte II, “Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritus, instalarlos en un presente rigurosamente indicativo”.




DIÁLOGO 2:

Este diálogo está ambientado en un aula de un instituto. Una madre de un alumno ha sido avisada por parte del profesor tutor para mantener una reunión personal con la familia, para hablar sobre el rendimiento y progreso académico de su hijo que está cursando 1º de bachillerato.

-          Hola, soy la madre de Pedro y vengo hablar con usted porque me convocó la semana pasada para hablar de él.
-          Bueno días ¿Cómo se llama?
-          María.
-          Encantado María, yo Raúl. Estaba bastante interesado en hablar con usted ya que estoy un poco preocupado por la actitud que muestra su hijo Pedro en el instituto desde hace un tiempo largo.
-          Yo en casa también lo noto muy raro, pero debe ser la adolescencia, supongo que se le pasará…
-          Mire, Pedro está ya en 1º de bachillerato y se requiere un nivel alto para poder aprobar todas las asignaturas y pasar de curso. Veo a Pedro que no está a gusto en clase, que no atiende, se siente menos que los demás, no tiene ganas de trabajar, ni ilusión por aprender….
-          Ya pero siempre ha tenido esa actitud.
-          Por eso mismo, creo que igual en estos momentos es la hora de que sea él quien elija estudiar bachillerato o, por lo contrario, algún grado superior  que le interese más. A estas edades es difícil  saber lo que se quiere, pero creo que Pedro para eso tiene una mente bastante madura y siempre ha comentado que lo suyo es la mecánica.
-          Ya, desde siempre le ha gustado mucho, pero ya me he informado y existe una carrera que se llama Ingeniería Mecánica y que será de lo suyo.
-          Sí, pero a Pedro le gusta lo práctica, leer y estudiar de papel no le gusta nada de nada y le cuesta mucho hacerlo… Por eso yo creo que deberían hablarlo entre la familia y pensar al año que viene si seguir en 1º de bachillerato otra vez, ya que lo más probable es que tenga que repetir curso con las calificaciones que ha recibido en esta última evaluación, o si quiere cambiarse a realizar un grado medio de mecánica.
-          Pero… ¿qué será de mi hijo sin estudios? Porque tener un grado medio es como no tener nada… si no tienes estudios universitarios no eres nadie hoy en día… y su padre y yo no queremos que acabe como nosotros, trabajando nueve horas en una fábrica cobrando unos cuantos euros al mes…
-          María, tiene que pensar también en la felicidad de su hijo. A día de hoy, personalmente, no le veo a gusto en el instituto, en clase, con sus compañeros, con los profesores… Lo hemos hablado varias veces en los Claustros y las Evaluaciones entre sus profesores, y le vemos como perdido, que no se siente como los demás… Él mismo, muchas veces, creemos que se da cuenta de que le supone grandes dificultades atender en clase, porque da cosas que no le gustan y por las cuales no tienen ningún interés.
-          Mi hijo tiene que sacarse el bachiller sea como sea… y después ya veremos, pero a su padre y a mí nos gustaría que hiciese una carrera cueste lo que cueste.

-          Eso ustedes verán. Desde mi punto de vista lo que le aconsejo es que hablen con él y vean como pueden motivarle de alguna manera con los estudios, y si realmente él no está contento en el instituto y haciendo bachillerato creo que sería muy buena decisión que realizara un grado medio de algo de lo que le gusta y de lo que le gustaría trabajar. Señora, realmente ¿para qué vamos a obligarle a estudiar bachillerato si él no quiere y es una educación no obligatoria? Puede cambiar mucho su manera de ver la vida estando dos años en algo que no le gusta, sintiéndose mal cuando se compara con el resto de sus compañeros… Si, realmente, en el futuro trabajará de lo que le gusta, haya estudiado lo que haya estudiado.
También, debemos tener en cuenta que si acaba muy “quemado” del instituto, no querrá estudiar nada más nunca, ni grado medio, ni superior… y tampoco queremos nadie eso. Es un chico que vale la pena, es trabajador, un buen compañero… lo único, que no le gusta estudiar aquí, no se siente bien por lo que sea…
¿Quién no le dice a usted que después de estudiar el grado medio y darse cuenta de lo que le encanta la mecánica quiera hacer un grado superior? ¿Y después de éste pase a realizar estudios universitarios?  Eso nunca se sabe señora. Pero vamos, eso sólo mi consejo de manera personal, ustedes ya son los que deberán tomar la decisión y siempre le recomiendo que cuenten con la opinión de su hijo.
-          Lo hablaré con mi marido, pero siento decepcionarle y creo que tomaremos la decisión de que siga estudiando aquí hasta que apruebe el bachiller, le cueste los años que le cueste.



Como podemos comprobar en este diálogo, hay muchas madres (también padres) que se empeñan en que sus hijos estudien bachillerato y estudios superiores, sin ni siquiera interesarse por lo que sus hijos verdaderamente quieren en su vida, sin importarles si están a gusto con lo que hacen o no y sin conocer de lo que quieren vivir el día de mañana…

Para muchas madres de adolescentes su mayor preocupación es el rendimiento académico de sus hijos y las notas en el colegio. Lo demás, si esto va bien, se les está permitido y tampoco creemos que sea lo más conveniente en la educación de los hijos, ya que el éxito en la vida de una persona no sólo depende de los resultados académicos, según desde la perspectiva que se mire… Sobre todo, para aquellas madres que por lo que sea tienen hijos que no quieren estudiar o por cualquier motivo no pueden realizar estudios superiores, comunicarles que el mundo no se acaba, que su hijo seguirá teniendo motivaciones y si no las tiene habrá que tratar de impulsarle a que las tenga, que se sienta realizado, que se sienta bien consigo mismo… Muchas de las veces, cuando un adolescente decide dejar de estudiar, todo lo que recibe por parte de padres, sobre todo, son reproches, feedbacks negativos, desconfianza… y no es lo adecuado.

Nos gustaría decir que no estamos totalmente de acuerdo con esta filosofía de “machacar a nuestro hijo hasta que se dé cuenta de que tiene que estudiar le guste o no”, ya que creemos que lo más importante es conocer a los hijos (muchos de los padres de hoy en día no pasan apenas tiempo con ellos y no tienen la posibilidad de conocerlos).  También deberemos donar importancia no únicamente a los resultados académicos del centro escolar al que acude, sino que deberemos transmitirle muchos valores que no son evaluados en las aulas, y que muchas veces, y sobre todo en Educación Secundaria, ni se trabajan, ni se tratan, ni son evaluados… ser buena persona,  buen compañero, solidario, reflexionar sobre nuestros actos, reflexionar sobre nuestra filosofía de vida, reconocer nuestros errores cometidos y saber superarlos, reflexionar sobre las ideas que tenemos para el futuro tanto laboral como personal…

Esto, que tan importante es para un adolescente, normalmente los profesores no lo suelen realizar, o son muy pocos los que intentan hablar de tales temas con su alumnado en un ambiente de confianza, en el cual ellos pueden expresarse sin tener vergüenza y siendo sinceros y donde posteriormente se les puede aconsejar y orientar.

Cuando los adolescentes llegan a 4º de ESO, la mayor parte de los padres lo que desean y esperan es que sus hijos sigan estudiando bachillerato, lo aprueben y pasen a la Universidad.

Esta idea está generalizada, y muchos de los padres (como comprobamos en el diálogo) son ellos los que deciden por el futuro de su hijo. Y realmente no se dan cuenta de que esos años “malditos”  pueden perjudicar muchísimo en el futuro de ese alumno.

¡Padres y madres! Hablen con sus hijos y no tomen decisiones de tal importancia sin haber hablado previamente con ellos. La educación, el estudio y el trabajo en esas edades es difícil para todos, pero debéis ser vosotros los que os deis cuenta de si vuestro hijo debe seguir un camino u otro, teniendo presente siempre sus gustos, sus habilidades, sus actitudes, sus sentimientos… y, para ello, se les debe conocer a fondo y tener como rutina hablar sobre este tipo de aspectos.

¡Qué típica es la respuesta de adolescentes cuando los padres les intentan sacar temas de este tipo! Su respuesta más habitual suele ser… ¡NO ME RAYES... YA LO HABLAREMOS OTRO RATO!

Tened paciencia y usad las estrategias más eficientes frente a ese adolescente en concreto, serán la clave para conocer sus ideas y poder ayudarle partiendo de sus pensamientos, aficiones, gustos, habilidades… compaginándolos con nuestros consejos coherentes adultos.

Relacionamos esta conversación con un fragmento de la Parte II (DEVENIR): “Tengo doce años y medio y no he hecho nada.”

“Está la madre humillada por los consejos de los amigos cuyos hijos, en cambio, van bien, o que, peor aún, evitan el tema con una discreción casi insultante… Está la madre furibunda, convencida de que su muchacho es, desde siempre, la inocente víctima de una coalición de profesores, sin distinción de asignaturas, la cosa comenzó muy pronto, en el parvulario, había ya una maestra que… y la cosa no se arregló en absoluto durante la primaria, el maestro, un hombre esta vez, era peor aún, y figúrese que su profesor de francés de secundaria le…”

“Está la madre furiosa con su hijo: ese muchacho que lo tiene todo y no hace nada, ese muchacho que no hace nada y lo quiere todo, ese muchacho por el que lo han hecho todo y que nunca… pero ni una sola vez ¿me oye?
Está la madre que no ha hablado con un solo profesor en todo el año y la que los ha asediado a todos….
Está la madre que teme la reacción del padre: “Esta vez mi marido no lo soportará” (al marido en cuestión le han ocultado la mayoría de los boletines de notas).

Una mezcla de pesar, de inquietud y de vergüenza… A decir verdad todas sienten cierta vergüenza, y todas están preocupadas por el porvenir de su muchacho “¿Pero qué va a ser de él?

La mayoría se representan el porvenir como una proyección del presente en la obsesiva pantalla del futuro. El futuro como un muro en el que se proyectan las imágenes desmesuradamente ampliadas de un presente sin esperanza, ¡ese es el GRAN miedo de las MADRES!”


AUTOEVALUACIÓN:

Realizar este trabajo nos ha llevado a hablar de diferentes temas sobre nuestra filosofía educativa, manifestando las ideas individuales que poseíamos frente a diferentes temas y “abrirnos de mente” escuchando opiniones de otros posibles futuros docentes y respetándolas en todo momento, aunque no siempre compartiéndolas.

Este trabajo nos ha permitido ir asentando las ideas que poseemos ante nuestra futura acción docente frente a “malos alumnos” como se habla en el libro.

Hemos realizado dos diálogos, ya que y nos ha motivado bastante la lectura de este libro y su reflexión posterior.
A la hora de juntarnos a trabajar sobre los diálogos, hemos hablado de casos similares de alumnos, de profesores, de padres y madres, que cada uno de nosotros ha vivido y conocido en su vida como adolescente. Cuando hemos realizado una reflexión general sobre la intención del libro, hemos sido bastante empáticos, poniéndonos en el lugar de los personajes de los diálogos como si situaciones así hubiésemos vivido.

También nos ha dado pie realizar este trabajo a relacionar situaciones o aspectos del libro de las cuales hemos hablado con películas y otros libros que tenían relación con educación, como puede ser las películas de “Los niños del Coro”, “Coach Carter” o “El Club de los poetas muertos”.

Hemos llegado a una conclusión tras haber leído este libro. Para posibles futuros docentes y estudiantes de didáctica, currículum y enseñanza, es de gran importancia conocer casos como los que narra el libro y acciones por parte del profesorado para llevar a cabo en sus clases, consejos para reflexionar sobre la actitud de un alumno y cómo actuar ante él… Tanto libros de este tipo como películas, son lo que verdaderamente nos ayudan y nos darán ideas para, en un futuro, actuar de una manera u otra frente a los alumnos; y no únicamente esto, sino también de cómo debemos tratar a los adolescentes, cómo debemos recibir determinadas actuaciones o diferentes actitudes… ya que, desde nuestro punto de vista, nuestro futuro trabajo, si elegimos la docencia, se basará en interpretar este tipo de aspectos y tomárnoslo de una buena manera. Para ello, es esencial poseer una base muy amplia de conocimientos sobre personas de esta edad, adolescentes, de sus sentimientos y de sus actuaciones.

Observar y conocer todo este tipo de actuaciones de profesores frente alumnos, frente a padres, frente a compañeros de trabajo… es experiencia, la cual, el día de mañana nos puede ayudar muchísimo a realizar mejor nuestra labor como docente e ir mejorándola conforme transcurran los años.
Te dan ánimo para darte cuenta de que no todo es de “color de rosa” pero que debemos afrontar los problemas y saber cómo actuar. Y, sobre todo,  reflexionar sobre los problemas en los que nos vemos encubiertos y ¡poseer siempre ilusión por el alumnado! Apreciarlos, buscarles cosas buenas y verlos como personas que POR nuestra actitud frente a ellos podremos guiarlos por un camino o por otro (aunque no siempre es así deberemos adoptar esa posición.

Nota: 9

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